Hace un año que decidiste transitar la mitad invisible del existir.
Y a veces te siento jugando entre las sombras,
como siempre lo hiciste: jugando a ganar.
Tozuda e incansable te perseguí
y desesperé para alcanzarte.
Agotada,
me detuve y me di cuenta entonces
que en el reposo te encontraba.
Gracias,
por el Amor compartido.
Por desvelar las verdades escondidas.
Por la belleza en tu mirada.
Gracias,
por el achuchón que aún me acuna.
Gracias.
Siempre supimos que lo nuestro iba a ser
“Amar hasta que duela”
y dolió
y permaneció el Amor.